EL GALLO DE PELEA
Chi Hsing Tzu era entrenador de gallos de pelea. Empleado por el rey Hsuan, estaba entrenando un ave magnífica.
El rey no hacía más que preguntar si el ave estaba preparada para combatir. "Aún no", dijo el entrenador. "Está llena de fuego, dispuesta a pelear con cualquier otra ave. Es vanidosa y confía en su propia fuerza".
Diez días más tarde contestó de nuevo: "Todavía no. Explota en cuanto oye cantar a otra ave".
Diez días más tarde : "Aún no. Todavía se le pone ese gesto iracundo e hincha las plumas".
De nuevo diez días. El entrenador le dijo: "Ahora está ya casi listo. Cuando canta otro gallo, sus ojos ni siquiera parpadean. Se mantiene inmóvil como un gallo de madera. Es un luchador maduro. Las demás aves le mirarán una sola vez y echarán a correr".
Chuang Tsé (s. VI a. C.)
Los cuatro elementos nos enseñan a meditar y a conocer nuestro norte, nuestro sur, nuestro este y nuestro oeste.
sábado, septiembre 24, 2005
martes, septiembre 13, 2005
Tierra... Hombre que mira la tierra
Hombre que mira la tierra
Autor: Mario Benedetti
Cómo querría otra suerte para esta pobre reseca
que lleva todas las artes y los oficios
en cada uno de sus terrones
y ofrece su matriz reveladora
para las semillas que quizá nunca lleguen
cómo querría que un desborde caudal
viniera a redimirla
y la empapara con su sol en hervor
o sus lunas ondeadas
y las recorriera palmo a palmo
y la entendiera palma a palma
o que descendiera la lluvia inaugurándola
y le dejara cicatrices como zanjones
y un barro oscuro y dulce
con ojos como charcos
o que en su biografía
pobre madre reseca
irrumpiera de pronto el pueblo fértil
con azadones y argumentos
y arados y sudor y buenas nuevas
y las semillas de estreno recogieran
el legado de viejas raíces
como querrían que se escucharan
su verde gratitud y su orgasmo nutricio
y que el alambrado recogiera sus púas
ya que por fin sería nuestra y una
como querría esa suerte de tierra
y que vos muchachita
entre brotes o espigas
o aliento vegetal o abejas mensajeras
te extendieras allí
mirando por primera vez las nubes
y yo tapara lentamente el cielo.
Autor: Mario Benedetti
Cómo querría otra suerte para esta pobre reseca
que lleva todas las artes y los oficios
en cada uno de sus terrones
y ofrece su matriz reveladora
para las semillas que quizá nunca lleguen
cómo querría que un desborde caudal
viniera a redimirla
y la empapara con su sol en hervor
o sus lunas ondeadas
y las recorriera palmo a palmo
y la entendiera palma a palma
o que descendiera la lluvia inaugurándola
y le dejara cicatrices como zanjones
y un barro oscuro y dulce
con ojos como charcos
o que en su biografía
pobre madre reseca
irrumpiera de pronto el pueblo fértil
con azadones y argumentos
y arados y sudor y buenas nuevas
y las semillas de estreno recogieran
el legado de viejas raíces
como querrían que se escucharan
su verde gratitud y su orgasmo nutricio
y que el alambrado recogiera sus púas
ya que por fin sería nuestra y una
como querría esa suerte de tierra
y que vos muchachita
entre brotes o espigas
o aliento vegetal o abejas mensajeras
te extendieras allí
mirando por primera vez las nubes
y yo tapara lentamente el cielo.
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